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Las hojas de hierba de Whitman y la mirada atenta

El poema Las hojas de hierba de Walt Whitman es un canto a la naturaleza, una apología de lo minúsculo. Si queremos encarnar el espíritu de los árboles, las ramas, el viento, el sol – casi de forma tan intensa como si estuviéramos internados en un bosque -, tendríamos que leer al conocido escritor estadounidense el cual nos legó una obra hermosa y colosal.

El llamado de Whitman – además de la portentosa pluma que lo distingue – es la de detenernos a mirar atentamente. El brillo de la hierba pide ser mirado con embeleso, con mimo; el viento pide animar, elevar, desplazar; y el sol ansía iluminar y calentar.  

Las hojas de hierba es un poema que nos invita a ser más que espectadores y permitir ser afectados por la naturaleza, aceptar danzar con ella. 

¿Cómo suena esta música?, ¿cómo se ve? 

Así:

Walt Whitman. Las hojas de hierba. (Fragmento VI).

 

Uno niño dijo ¿Qué es la hierba? trayéndomela a manos

llenas;

¿Qué podría responderle? Ignoro, como él, lo que es.

Tal vez sea la bandera de mi genio, tejido con la

sustancia verde de la esperanza.

Tal vez sea el pañuelo de Dios,

A la vez perfumado obsequio y recordatorio que

intencionalmente dejó caer,

Llevando el nombre del dueño en un borde para que lo

veamos, preguntemos y digamos, ¿De quién?

O tal vez la hierba sea un niño, el recién nacido de la

vegetación.

O un jeroglífico uniforme,

Que significa: germino igual en las zonas amplias que en

las estrechas,

Crezco igual entre los negros y los blancos,

Sea kanuk, tuckahoe, senador o inmigrante, doy a todos

lo mismo y a todos recibo.

Y ahora me parece la hermosa cabellera crecida de las

tumbas.

Tiernamente te usaré, hierba curva,

Puede ser que transpires en el pecho de los jóvenes,

De haberlos conocido, tal vez los hubiese amado,

Tal vez perteneces a los viejos, o a los niños arrancados

prematuramente del regazo de sus madres,

Y ahora eres el regazo de las madres.

Esta hierba es muy oscura para haber brotado de la

cabellera blanca de las madres ancianas,

Más oscura aún que las barbas descoloridas de los ancianos,

Oscura, sí, para surgir de la bóveda rojo pálido de las bocas.

¡Oh! percibo al fin la emisión de tantas lenguas,

E infiero que no han surgido en vano de las bóvedas de

esas bocas.

Quisiera poder traducir las alusiones a los jóvenes muertos,

Y las alusiones a los ancianos, y a las madres de los recién

nacidos arrebatados de sus regazos.

¿Qué crees tú que ha sido de los hombres jóvenes y de

los ancianos?

¿Qué crees tú que ha sido de las mujeres y de los niños?

Se encuentran bien y vivos en alguna parte,

El brote más débil muestra que no existe la muerte,

Y que si alguna vez existió, impulsó a la vida, y no espera

hasta el final para acabarla,

Y que cesó en el instante en que apareció la vida.

Todo progresa y se expande, nada se desintegra,

Y morir es distinto de lo que uno imagina, y más

afortunado.