– Lawrence Durrell

Los lugares no son meros espacios prácticos para ser utilizados, no son formas y materiales, no son simplemente funcionalidad. Los lugares están dotados de un halo, de una realidad, de lo que los romanos llamaron genius loci o espíritu del lugar. Este era una especie de espíritu protector. 

Podemos encontrar la representación del genius loci en una de las casas pompeyanas cubiertas por la lava del volcán Vesubio. A este espíritu guardián lo reconocemos por la serpiente encargada de preservar la morada.

El concepto de genius loci puede parecer lejano y poco relevante para nuestro tiempo, sin embargo, varios autores contemporáneos, entre ellos Heidegger y Norberg- Schulz hicieron profundos estudios entorno al tema y lo trajeron a nuestra realidad moderna. ¿Cómo entender el genius loci desde nuestras ciudades actuales?

El genius loci pensado en el siglo XX y XXI es de corte fenomenológico, es decir, apela a una realidad concreta: los árboles, la nieve, la lluvia; y también, las sillas, los adornos, las casas. El genius loci pensado desde nuestro presente nos invita a pensar más que en el poder mágico de un espacio, en la vocación concreta del mismo. ¿Qué vida podrá tener este espacio?, ¿cómo empatar el entorno a la actividad humana?

Quizá la mirada que pongamos en el espíritu de lugar nos puede permitir tener un mayor respeto por nuestro entorno y a la vez entender que aquello que nos rodea, también nos contiene y de cierta forma nos define. ¿Cómo hemos pues de vivir?