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El jardín de Epicuro y la felicidad

“Extraño, tu tiempo será agradable aquí. En este lugar el mayor bien es el placer”

Inscripción de la puerta del jardín de Epicuro

recogida por Séneca 

Epicuro nació en Samos en el año 341 a. C.  El conocido filósofo es un personaje fundamental, heredero de los saberes que le preceden que lo preceden e instaurador de un modo de vida.

Equivocadamente hemos concebido a Epicuro o al epicureísmo como una forma de hedonismo, de vida desmesurada. Nada más contrario a eso; Epicuro postulaba el placer como el fin último, pero lo pensaba de una forma particular: proponía una vida sencilla, sin grandes lujos, una existencia enmarcada por la persecución de un objetivo: la felicidad. Esta última entendida como la ausencia de complicaciones, como una forma de ecuanimidad. (Ataraxia)

Un pensamiento como el descrito se cristalizó en un lugar específico: el jardín. El jardín fue el primer espacio privado después de la Academia y el Liceo, los cuales eran públicos. Alejados de los conflictos de la urbe, los visitantes buscaban un espacio que favoreciera el encuentro y la buena conversación. La filosofía epicúrea más que un compendio de conceptos era una forma de vida, una manera de estar en el mundo.

El jardín se encontraba a un lado de las murallas de la ciudad. Estaba lo suficientemente cerca de la ciudad de la actividad de los atenienses, pero lo suficientemente alejado para olvidarse de los temas que preocupaban a los ciudadanos. Contaba con un huerto pero tenía una cualidad nueva: el jardín brillando como un espacio de esparcimiento, meditación y gozo, encarnando como el propio maestro, una filosofía de los sensible.  

 

El jardín tenía, además, la particularidad de aceptar a todo público. A diferencia de la Academia o el Liceo que aceptaba a hombres únicamente, el jardín daba la bienvenida a mujeres y a esclavos.

 

Hoy podemos pensar en el jardín de Epicuro como un lugar deseable, digno de inspiración. Refugio placentero, enclave de encuentro y amistad. La invitación es disfrutar de la sombra, la brisa, el sonido de los pájaros. El jardín como símbolo de desapego, deleite y ánimo imperturbable. Testamento para generaciones venideras.